sábado, 5 de agosto de 2017

EL HONOR DE UN SABIO

Rabí Yehuda, jefe del Sanhedrin y Rabí Jía iban por un camino y cuando llegaron a un lugar, preguntaron si residía allí algún sabio, para visitarlo. Entonce les dijeron que había uno pero era ciego. Rabí Jía dijo entonces que iría él solo a verlo, puesto que no correspondía que Rabí Yehuda, el jefe, lo viese. 

Pero Rabí Yehuda fue igual y cuando se despidieron del sabio, éste les dijo: ”-Ustedes vinieron a ver a una persona a la que se lo puede ver, pero él no ve. Sean pues merecedores de recibir a la Santa Presencia que ve, pero a quien no se puede ver.”

-Mira-dijo Rabí Yehuda-si no hubiese venido contigo, me habría perdido de escuchar una bendición tan hermosa”. 

Tratado Jaguiga, 8 

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